https://es.wired.com/articulos/intel-alcanza-su-meta-de-ser-agua-neto-neto-positivo-en-mexico
28 DE MAYO DE 2024
Intel ha logrado su objetivo de alcanzar un balance de agua neto positivo en sus operaciones en Estados Unidos, India, Costa Rica y, recientemente, también en México.
La inteligencia artificial (IA), las telecomunicaciones, el teléfono celular que llevas en tu bolsillo, los servidores que guardan la cantidad ingente de información que producimos a cada minuto... en una palabra, la vida moderna: toda ella exige microchips. Al día de hoy, y hasta nuevo aviso, estos se producen sobre obleas o láminas semiconductoras de silicio. Por fortuna, el silicio es el segundo elementos más abundante de la corteza terrestre, solo después del oxígeno. Por desgracia, la creación de la delgada lámina exige agua: dulce, ultrapurificada y, sobre todo, abundante. La cuestión es que, a diferencia del silicio, el agua dulce es escasa. La crisis hídrica por la que atraviesan cada vez más regiones del planeta, el calentamiento global y la creciente demanda de alimentos son argumentos suficientes para exigir a todas las industrias un papel activo en el cuidado del líquido. Esto incluye, por supuesto, al negocio de los microchips.
Con todo eso en mente, hace 12 años Intel se planteó buscar estrategias para reducir su huella hídrica; hace siete hizo el compromiso público de restaurar el 100% de su consumo y, hace cuatro, se plateó el objetivo de alcanzar un balance de agua neto positivo para 2030. Lograr el balance de agua neto positivo significa resarcir, litro a litro, el impacto de su operación en cada zona en la que opera. Así de simple, así de complejo. Intel ya ha logrado cumplir este objetivo en cuatro países: Estados Unidos, India, Costa Rica y también, como recién ha anunciado hoy, en México. En este último país, Intel lleva a cabo algunas de las operaciones de dos de las seis etapas que toma crear un microchip, un proceso que, como es fácil imaginar, es transfronterizo e implica diversos momentos alrededor del globo.
Cómo ahorra agua Intel
"Lo hacemos de tres maneras", cuenta desde Arizona Todd Brady, quien ostenta el título de Vice President, Global Public Affairs & Chief Sustainability Officer de Intel. "La primera es que, si podemos usar menos agua, lo hacemos. Cuando empecé mi carrera en Intel, se necesitaban unos dos litros de agua para crear un litro de agua ultrapura. En la actualidad, nuestras eficiencias superan el 90%. Por lo tanto, se necesitan aproximadamente 1.1 litros de agua entrante para producir un litro." El agua ultrapura de la que habla es esencial para crear un microchip porque la oblea debe estar absolutamente libre de impurezas. A escalas de 3 nanómetros, un objeto prácticamente invisible para el ojo humano puede ser el equivalente a una enorme roca en mitad de la carretera o, en este caso, a mitad del circuito por el que viaja la información en un semiconductor. Este tipo de agua, como su nombre lo indica, aspira a ser nada más de H20 y contar con un balance de pH perfecto.
"La segunda parte de nuestra estrategia consiste en recuperar y reciclar el agua tanto como podamos. Por ejemplo, en Arizona tenemos una instalación que nos ayuda a recuperar y reutilizar más de 10 millones de galones de agua por día que devolvemos a nuestras operaciones", continúa.
Con todo, el ahorro, el reuso y el cuidado son insuficientes porque, si bien significan un uso inteligente del agua, no pueden jamás regresar más agua de la que Intel usa. Una simple variable como la evaporación inherente al proceso basta para que la inversión sea siempre superior a lo regresado. De hecho, según Brady, la evaporación se lleva hasta el 25% del agua usada en la operación que la compañía tiene, al menos en México.
Aquí es donde entra la tercera estrategia, que "consiste en lo que yo llamaría una restauración del agua: para lograr ese nivel positivo, tenemos que invertir en proyectos fuera de la empresa que beneficien a la cuenca hidrográfica local", explica el encargado de sustentabilidad en Intel. El plan aplicado, entonces, consiste en trabajar con socios locales, que son organizaciones guardianas del agua expertas en el riego para la agricultura, así como productores agrícolas locales. La idea es que los socios de Intel aporten análisis y capacitación a los agricultores para mejorar sus técnicas de riego. A la postre, mejores técnicas de riego significan mayor ahorro de agua y el agua ahorrada es la que suma a los objetivos ecológicos de Intel. "En muchas partes del mundo, incluido México, el mayor usuario de agua es la industria agrícola. Por lo tanto, si podemos ayudar a hacer un uso más eficiente del agua, podemos garantizar que las cuencas hidrográficas se fortalezcan. No necesitamos usar tanta agua como se usa tradicionalmente. Se puede usar menos y aplicarla en los momentos adecuados para optimizar el crecimiento de los productos cultivados", explica Brady.
No basta, sin embargo, simplemente de conservar o regresar agua al manto acuífero mexicano. Dónde y cuándo ocurre es muy importante. Es que, a diferencia de lo que pasa con el combate a los gases de efecto invernadero —el ahorro de una tonelada de CO2 en China beneficia también al aire de Europa— sucede que el agua es más bien, en cada caso, un problema diferente y puntual. "Creemos que el agua es mucho más un problema local", explica Brady, "porque la geografía de cada ubicación es diferente en términos de sus desafíos. Entonces nos centramos en la cuenca hidrográfica en la que operamos, donde estamos extrayendo el agua". Para el caso de México, el área en cuestión es la cuenca del río Lerma. Ahí es donde Intel y sus socio han invertido sus esfuerzos.
Kilimo y Nuup entran en escena
Intel ha trabajado con dos socios en territorio mexicano. Por un lado, está Kilimo, una startup nacida en Argentina con presencia en más de siete países de Latinoamérica y Europa que, con base en análisis de datos, entrega a los productores una aplicación con información relevante y estrategias de riego específicas enfocadas en ahorrar agua. Por otro lado está Nuup, una organización social mexicana fundada en 2015 que trabaja con pequeños productores para crear, también, recetas de riego a su medida.
"La cuenca del río Lerma es una zona en la que se desarrolla principalmente la agricultura. Se producen muchos de los alimentos que consumimos en nuestro país, en específico muchas hortalizas: lechuga, brócoli, etc." cuenta Paola Flores Hernández, gerente de Adaptación Climática para Kilimo en México. "Lo que llamó la atención de Intel, en primer lugar, fue nuestra capacidad de usar tecnología, IA y Big Data para ayudar a reducir el uso de agua, principalmente con agricultores que tienen cierto nivel de tecnificación. La agricultura consume entre el 70 y el 76 % del agua potable en nuestro país. Mucha de esa agua se pierde, sin embargo, por ineficiencias".
Primero, Kilimo se enfocó en buscar productores que ya tuvieran un grado de tecnificación. Tomó toda su información, así como imágenes satelitales, datos de riego de temporadas anteriores, análisis de suelo, y reportes proporcionados por estaciones meteorológicas. Luego combinó todos estos datos y se los presentó al productores a través de una aplicación móvil que no necesita internet. Con base en esa información, los capacitó en técnicas de riego. "Con esta plataforma, los productores pueden llegar a generar eficiencias de entre 15 y 30% del agua que que utilizan", dice Flores Hernández.
El proyecto toma tres años y cambiar las prácticas de cultivo de los campesinos no es sencillo. Exige un esfuerzo extra por parte de los agricultores. Así, una vez pasado el periodo, los productores participantes también reciben un estímulo económico y la cobertura al 100% del costo de la tecnología.
Sin embargo, a nivel mundial, solo el 11% de los productores tienen algún tipo de tecnificación. Para trabajar con el resto, es necesario un seguimiento puntual sobre terreno para tomar los datos necesarios, procesarlos y entregarlos en forma de capacitación. Ahí es donde entra Nuup. "La agricultura a pequeña escala representa el 72% de la actividad en México. Nosotros nos enfocamos en ese sector. Como no tienen riego tecnificado y son productores más chiquitos, nosotros lo que hacemos es una asistencia técnica bien personalizada con cada productor. Hacemos un diagnóstico base, lo que requiere que nuestro equipo pase mucho tiempo en campo. Se hace análisis de suelo de la mano de los productores, georreferenciación, topografía, etc. Nuestro equipo, que son expertos en riego, hacen un análisis de esta información para crear recetas de riego muy personalizadas", cuenta, Esther Camacho Guerrero, Gerente del Programa Cauce Bajío en Nuup.
El área de oportunidad para cambiar las técnicas de riego con miras a lograr mayor eficiencia de agua es muy grande. "En Guanajuato hemos encontrado eficiencias tan pobres como del 40 o incluso el 20%. Significa que, en casos específicos, entre el 60 y el 80% del agua en esa zona se desperdicia por riegos ineficientes. El tipo de riego principal en la zona es el riego por gravedad. Básicamente consiste en abrir un surco en el suelo para que por ahí pase el agua. Hacen un circuito y la hacen correr. Esto causa un desperdicio enorme", agrega Camacho Guerrero.
"La situación que estamos pasando aquí en el en el centro del país es complicada. Estamos sufriendo bastante por el agua y creo que el aprender a racionar y a optimizar el agua es algo que siempre nos va a llevar a otro punto. El llegar así sin ningún conocimiento y sin ninguna base nos está llevando a hacer un uso irracional", comenta Luis Aguilera, uno de los agricultores que forman parte del proyecto.
¿Pero cuáles son los resultados? "Este año se tenía una meta de 181,179 metros cúbicos y la sobrepasamos por 95,000. En total, logramos 274,834 metros cúbicos en 109 hectáreas. Por un lado, la intervención de Kilimo logró una reducción de 20.9% de uso de agua en 76 hectáreas. Nuup, por su parte, logró impulsar una reducción del 37% en 30 hectáreas a lo largo de la cuenca del Lerma", resume Flores Hernández con emoción.
Acaso el mayor reto que enfrentan Kilimo y Nuup sea el de concientizar a los agricultores para que, una vez que observan los resultados de la implementación de mejores prácticas en su riego, no busquen ampliar su operación de siembra. Este cambio de paradigma forma parte de la capacitación. Se trata, explica Camacho Guerrero, de que el agua ahorrada no se traduzca en la búsqueda de más riego al instante, sino de que “se quede abajo, en la cuenca”, para garantizar la agricultura a largo plazo.
Al día de hoy, ni Intel ni ninguna empresa de la industrial del microchip están obligados por el gobierno a lograr un balance positivo neto en el uso que hacen del agua. “Oh, no tenemos ningún requisito gubernamental para hacerlo”. Ahora, dicho esto, de manera holística, hay varios motivos para realizarlo además del obvio beneficio para el planeta, dice Brady. Entre ellos, destacan las demandas de los inversores, que desean una empresa limpia y transparente, y también las exigencias de los empleados, cada vez más conscientes del tipo de proyecto del que desean formar parte.
Además del objetivo de lograr el balance neto positivo en el uso de agua para todas sus instalaciones en 2030, Intel también tiene otras metas de sustentabilidad. La empresa desea emitir cero residuos contaminantes a vertederos en 2030, alcanzar cero emisiones netas de gases de efecto invernadero para 2040, y hacer un seguimiento puntual de la huella química de sus procesos de producción. A ello se suma el compromiso de reducir la demanda energética de sus microprocesadores, e impulsar la investigación de estrategias para la sustentabilidad a través de inteligencia artificial.
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