El laboratorio valenciano de Silicon Valley y los chips del futuro
El laboratorio valenciano de Silicon Valley y los chips del futuro - Valencia Plaza
El Centro de Tecnología Nanofotónica de la UPV se erige como hub de la fotónica y tiene la sala blanca más limpia de España
VALÈNCIA. Valencia toma posiciones en el campo de la fótonica, la ciencia para la generación, control y detección de fotones, la partícula fundamental de la luz. No solo tiene un fuerte tejido empresarial, sino que dispone de una infraestructura singular que se ha erigido como centro de referencia al que acuden grandes corporaciones: el Centro de Tecnología Nanofotónica de Valencia (NTC), adscrito a la Universidad Politécnica de Valencia (UPV). Un complejo en el que no solo se investiga, sino que se fabrican microchips y al que ya han confiado sus servicios empresas de Silicon Valley.
Este centro cuenta con una 'sala blanca' en la que se hacen todos los procesos de fabricación, con clasificación clase 10, lo que implica un nivel de limpieza 10.000 superior al de un quirófano médico o una sala para integrar satélites, ya que mientras estos entornos pueden llegar a tener hasta 100.000 partículas en suspensión por metro cúbico, en este laboratorio de la UPV solo se pueden encontrar diez. Un hecho de vital importancia dado que en ella se fabrican nanochips fotónicos y cualquier partícula en el entorno puede inhabilitar uno o varios chips. Por tanto, se trata de la sala más limpia de España.
El centro fue construido en 2009, pero no fue hasta 2014 cuando fue reconocido por el Gobierno como Instalación Científica y Tecnológica Singular (ICTS), lo que les permitió acceso a financiación. Ese mismo año también se aprobó el plan estratégico del centro, que contemplaba la ampliación de la sala blanca de los 250 metros cuadrados de entonces a los 500 metros cuadrados actuales para aumentar sus capacidades tecnológicas.
De esta forma, además, de la línea completa para la micronano fabricación de dispositivos, integrados sobre obleas de silicio (150 mm), también cuenta con laboratorios de ensamblado y encapsulado de componentes fotónicos, de caracterización física y óptica de dispositivos y de caracterización de sistemas y redes ópticas.
Dado su alto nivel de precisión, la 'sala blanca' tiene un sistema de control de aire para garantizar su pureza y moderar el número de partículas. También, su cimentación es diferente y está aislada para evitar la resonancia de las vibraciones del tráfico rodado, dada la cercanía con el metro, dado que el microtamaño de los chips hace que cualquier movimiento pueda dañar y afectar su fabricación.
Concretamente, estos microchips son diminutas estructuras de silicio con una alta capacidad de aplicaciones en sectores como el biomédico, el medio ambiente, la alimentación, la energía y la movilidad, la seguridad, las comunicaciones o la electrónica de consumo. De hecho, en el Centro de Tecnología Nanofotónica de Valencia las líneas de trabajo van desde las comunicaciones rápidas para el espacio hasta la biofotónica con sensores para detectar enfermedades.
Las principales implementaciones que ofrece son dispositivos semiconductores, incluyendo los dispositivos de potencia y los detectores de radiación, sensores, actuadores y MEMS (Microelectromechanical Systems), dispositivos y actuadores de nano escala y sistemas de laboratorio en un chip y los dispositivos poliméricos.
"Es la única sala certificada en España para hacer nanofabricación industrial y eso significa que la industria en España no tiene esa capacidad", explica Javier Martí Sendra, director del centro. Por tanto, la institución no solo da servicio a la propia universidad e investiga nuevas aplicaciones, sino que también ofrece producción a startups y grandes corporaciones que necesitan fabricación en serie. Así, solo en la 'sala blanca' trabaja un equipo de cerca de 18 personas que prestan servicios a terceros. "Nosotros estamos para ayudar al ecosistema a madurar y crecer", remarca el también catedrático.
En este momento, trabajan con grandes empresas de Silicon Valley que buscan las capacidades del centro por su eficiencia. "Nos dicen que nuestra forma de trabajar es muy simple y más sencilla que en otros sitios", destaca su director. Una de esas grandes corporaciones es Google para el desarrollo de sus gafas de realidad aumentada a través de chips fotónicos, pero también trabajan con una gran empresa de óptica para hacer unos filtros especiales.
Otra línea de trabajo son los 'metamateriales' para hacer realidad aumentada a través de lentes perfectas para microscopios o pinturas de camuflajes. "Nosotros somos capaces de ver objetos porque en ellos se refleja la luz. Si recubrimos un material con una refracción negativa, la luz no se refleja, sino que rodea el objeto por lo que convertimos las cosas en invisible. Esos metamateriales requieren fabricar cosas muy pequeñas en superficies grandes", explica Martí.
València, hub internacional
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