Costa Rica, los semiconductores y el espejismo taiwanés
Costa Rica, los semiconductores y el espejismo taiwanés | La Nación
Costa Rica no puede darse el lujo de quedar en medio de guerras comerciales ni de reproducir esquemas de sumisión a intereses externos. Enfrascarnos en disputas entre grandes potencias no nos trae desarrollo
Recientemente, Intel y Qorvo recortaron operaciones en Costa Rica, con lo que asestaron un golpe el empleo de alta calidad vinculado a la industria de semiconductores. No es la primera vez que gigantes estadounidenses trasladan este tipo de producción a Asia. Para empeorar el panorama, el presidente Donald Trump anunció un arancel del 100% a todos los chips importados, lo que afecta directamente a las plantas ubicadas en nuestro país.
Ante esto, el gobierno ha intentado buscar soluciones, incluso enviando delegaciones a Taiwán para promover cooperación en semiconductores, aunque ello contradice el principio de “una sola China”, así como todos los compromisos diplomáticos en torno a este delicado tema.
Es cierto que Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC), con sede en Taiwán, produce cerca del 90% de los chips avanzados del planeta. A primera vista, un vínculo con TSMC parecería atractivo, pero la realidad es mucho más compleja.
Desde enero de 2025, la administración Trump ha intensificado su política de “America First”, utilizando aranceles como herramienta de presión para obligar a Samsung, SK Hynix, Tokyo Electron y la propia TSMC a trasladar producción a suelo estadounidense, en un intento por retomar la hegemonía en esa industria.
Los montos son colosales: TSMC fue forzada a invertir más de $165.000 millones en EE. UU., con resultados desastrosos. Solo en Arizona, acumuló pérdidas récord de $1,313 millones en cuatro años, y su filial europea perdió $17,38 millones en 2024.
Estas pérdidas tienen un trasfondo geopolítico claro: Taiwán se ha convertido en un peón estratégico de Estados Unidos. Los secesionistas que buscan separar a la isla de China presionan a TSMC para que traslade inversiones a EE. UU., lo que encarece sus costos y debilita sus finanzas. Como resultado, la compañía ha descartado proyectos en India, Singapur y Catar, y se mantiene en silencio ante propuestas provenientes de Filipinas.
Mientras tanto, gobiernos que se dejaron seducir por la “cooperación” taiwanesa han salido mal parados. Lituania es un ejemplo reciente: sus relaciones con China cayeron a mínimos históricos tras permitir una “oficina de representación” de Taiwán. TSMC nunca cumplió la promesa de instalarse allí y la cooperación económica se paralizó. Costa Rica debe tomar nota de esta dura lección.
En contraste, China continental consolida su liderazgo: ya controla el 28% de la capacidad global de chips de proceso maduro y alcanzará 39% en 2027. En alta gama, avanza a 7nm y 5nm. Ignorar esta realidad y coquetear con el asunto de Taiwán de manera irresponsable para complacer a terceros es un error diplomático grave para Costa Rica.
Para que la estrategia costarricense en semiconductores no termine como una ilusión o un papel sin resultados, el país debe:
- Fortalecer infraestructura, educación e investigación en alta tecnología.
 - Crear condiciones para acumular talento y transferencia tecnológica.
 - Priorizar vínculos con economías clave y actores confiables, atrayendo inversión extranjera directa sobre bases sólidas, sin permitir que el país quede atrapado en disputas geopolíticas entre potencias.
 
Costa Rica no puede darse el lujo de quedar en medio de guerras comerciales ni de reproducir esquemas de sumisión a intereses externos. Enfrascarnos en disputas entre grandes potencias no nos trae desarrollo, sino que nos arrastra de nuevo a épocas históricas superadas y pone en riesgo la neutralidad que siempre ha sido nuestro mayor activo en un mundo donde la multipolaridad ya es irreversible.
mauricio.ramirez.nunez@gmail.com
Comentarios
Publicar un comentario